Comentario
Junto con Buchenwald, Sachsenhausen es el lugar donde fueron sacrificados más alemanes. En la historiografía occidental, este campo es uno de los menos citados, porque lo liberaron las tropas soviéticas. Muchos de los alemanes que lograron sobrevivir habían pasado en Sachsenhausen, o en sus anexos, casi diez años.
En Dachau se formaron los primeros SS. Desde su fundación, el silencio más absoluto envolvió la existencia del campo, y los escasos liberados eran conminados, bajo amenazas de muerte, a no revelar sus experiencias. Hubo deportados alemanes que pasaron allí hasta doce años. Theodoro Eicke, primer jefe de Dachau, y hasta 1939 inspector general de los campos, redactó en 1933 un reglamento interno que empezaba con la siguiente frase: "La tolerancia equivale a debilidad".
Este reglamento fue seguido fielmente a lo largo y ancho del universo concentracionario nazi. Toda infracción a la disciplina del campo significaba recibir un castigo que podía ir desde ocho días en la celda del campo -en todos había una cárcel todavía peor-, veinticinco latigazos en las nalgas o la muerte en la horca.
Mientras el primer campo de Dachau era transformado y ampliado, a nueve kilómetros de Weimar, en la ciudad de Goethe se abría en julio de 1937 el K. Z. de Buchenwald, situado en la cima de una colina. En un principio, fue un campo destinado a los alemanes antifascistas.
Desde que se abrieron estos tres campos, nadie en Alemania podía ignorar su existencia: ni los comerciantes que empezaron a obtener grandes beneficios, ni los industriales, ni los civiles que organizaron sus talleres de armamento, ni los ingenieros, ni los arquitectos que los construyeron.
Los detenidos eran llevados a esos campos para ser "reeducados" dentro del orden, la limpieza, la obediencia incondicional y una severa disciplina. Así lo manifestó Himmler en 1937 en un discurso en la Wehrmacht. Justificó las alambradas y los castigos corporales porque, según el derecho prusiano, esto no tiene nada de brutal, pues sólo pueden ser infligidos por el inspector del campo.
Tras la anexión de Austria, en 1938, se construyó cerca de Linz el campo de Mauthausen. En 1939, el de Flosseriburg, después de haber sido ocupada Checoslovaquia.
En 1939 se inauguró el K. Z. de Ravensbrück para internar a las mujeres antifascistas. Con la invasión de Polonia, en los primeros días de septiembre de 1939, se abrió cerca de Danzig (hoy Gdansk) el K. Z. de Stutthof.
Entre 1940 y 1943 se construyeron siete grandes campos: Auschwitz, Bergen-Belsen, Gross-Rosen, Kaiserwald (Riga), Majdanek (Lublin), Natweiler-Struthof y Neuengamme. A partir de 1941, en los territorios ocupados del este se abrieron cuatro centros para el exterminio inmediato de los que eran deportados allí: Belzec, Chelmno, Sobibor y Treblinka.
La existencia de las canteras Wiener-Graban en el pueblecito de Mauthausen, fue la causa de que Hitler decidiera construir allí el más importante campo de concentración en Austria. Al poco tiempo, Mauthausen, al igual que otros campos, ensancharía sus tentáculos con nuevos kommandos exteriores. El más importante fue Gusen, donde la gran mayoría de los internados perecerían.
Mauthausen también, como los demás campos, se convertiría pronto en una inmensa y monstruosa sociedad paralela, con sus clases internas, una rigurosa organización y una fría sistematización de la muerte cotidiana. Y, también como los demás deportados del universo concentracionario nazi, los prisioneros se sumergirían en una existencia aislada del mundo llamado real. Infinidad de judíos perecieron al ser arrojados desde lo alto de las canteras o de sus famosos 186 escalones. En el vecino castillo de Hartheim, quedó instalada una cámara de gas donde se enviaba a los deportados que no habían sido ejecutados en el campo central.
Los inútiles para el trabajo, los enfermos mentales, todos los prisioneros que sobraban para la producción en los kommandos de trabajo eran enviados a este castillo. En total, se gaseó a unos treinta mil seres humanos entre 1940 y 1944.
Probablemente fue Mauthausen el primer campo que funcionó bajo el nombre de Ausmerzungslager, considerado como de tercera categoría y cuya finalidad era el exterminio total. En él perecieron las dos terceras partes de los deportados españoles.
Todos los detenidos enviados a este campo eran considerados como casos graves, deportados por razones de seguridad, con el fin de ser ejecutados o condenados a cadena perpetua.
Aunque en principio Buchennwald se destinó a los alemanes antifascistas, muy pronto engrosarían sus filas de detenidos los judíos, austriacos, checos y polacos.
En la entrada de este campo se podía leer: "Recht oder Unrecht, main Vaterland", es decir, Mi país; tenga o no tenga razón. También: "Jadem das seine" (a cada cual, lo que le corresponde).
El primer comandante de este campo, Koch, y su mujer, Ilsa, entraron en la leyenda concentracionaria por sus crímenes y aberraciones. Aquí se institucionalizó, bajo la égida de los SS, la administración interna que más tarde sería aplicada en los campos internacionales.
Los guardias fueron elegidos entre grupos especiales de alcohólicos y de delincuentes, que llegaron a cometer toda clase de crímenes, sevicias y torturas. Como todos los campos, Buchenwald estaba rodeado de alambradas eléctricas, con sus blocks de madera, algunos de cemento, y un suelo que se convertía en una auténtica cloaca cuando llovía.
El revier (enfermería), un poco aparte, daba cabida a toda clase de enfermos. En una esquina, un médico intentaba operar sin anestesia delante de todos los hospitalizados.
Durante 1939, los judíos fueron fusilados sistemáticamente en Buchenwald, y en 1940 se pondrían en marcha los primeros hornos crematorios. El 16 de septiembre de 1941 se exterminó a trescientos oficiales soviéticos el mismo día de su llegada al campo. Poco a poco, los presos políticos consiguieron arrebatar el mando de manos de los presos comunes, unos auténticos gangsters.
En el centro del campo hay un árbol muy viejo que entonces quedaba cerca de las cocinas. Se trata del roble bajo el cual la tradición cuenta que descansaba Goethe. Los nazis lo respetaron y ordenaron que se fusilara a los prisioneros lejos del árbol.
Cuando llegaba a Buchenwald un grupo de deportados, se les recibía con estas palabras: "Aquí no tenéis honor ni valor. No tenéis ningún derecho. Vuestro destino es ser esclavos. ¡Amén!" Por este campo pasaron 240.000 deportados, y en él murieron más de cincuenta mil.
El kommando de Dora se independizó de Buchenwald en 1943. En él se fabricaban los V-1 y V-2 que bombardearon Londres.
En Dora no había agua, ni luz, ni instalaciones eléctricas. En los túneles, los deportados morían como bestias. Las enfermedades infecciosas se multiplicaban.
Dora sólo podía cobijar a seis mil personas y llegaron a reunirse más de quince mil deportados. Muchos dormían en las galerías laterales de los túneles.